Evangelio (Lc 14,25-33) - En aquel tiempo, iba con Jesús una gran multitud, y él, volviéndose, les dijo: «Si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta a su propia vida. , no puede ser mi discípulo. El que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de vosotros, queriendo construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos y ver si tiene con qué terminarla? No sea que, si pone los cimientos y no puede terminar la obra, todos los que lo vean comiencen a burlarse de él, diciendo: "Este hombre comenzó a construir, pero no pudo terminar la obra". ¿O qué rey, al salir a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si podrá enfrentarse con diez mil hombres al que viene contra él con veinte mil? Si no, mientras el otro aún está lejos, le envía mensajeros para pedirle la paz. Así que cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo".
El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia
Jesús, después de una larga parada en casa de uno de los líderes de los fariseos, reanuda su viaje hacia Jerusalén. Le siguen muchas multitudes, señala el evangelista. Sin embargo, frente a quienes quieren seguirlo, Jesús siente la necesidad de aclarar qué significa ser su discípulo. Jesús pide un vínculo exclusivo, más fuerte que el que tienes con los miembros de tu propia familia. Esto no es una exageración y mucho menos un capricho, como muchas veces hacemos y pretendemos. Se trata de la elección más elevada que el hombre está llamado a hacer. Y es en este contexto donde hay que entender la palabra "odiar": Jesús la entiende en el sentido de no preferir a nadie más que a él. Es, sin duda, una elección radical. Y, por tanto, exige que se hagan recortes y divisiones, partiendo de los muchos malos instintos y malos pensamientos que hay en el corazón de cada uno. El amor exclusivo a Jesús es el fundamento de la vida del discípulo. "Tomar la cruz" equivale a estar preparado hasta la muerte. Lo que Jesús pide a sus discípulos, lo pidió ante todo a sí mismo. Si exige amor exclusivo hasta la muerte, es porque también él nos ama hasta la muerte, y muerte de cruz. Él tomó sobre sus hombros la cruz del amor por nosotros. Es imposible entender el Evangelio sin comprender el amor con el que Jesús nos ama.