Evangelio (Lc 11,5-13) - En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno de vosotros tiene un amigo y va a él a medianoche y le dice: “Amigo, préstame tres panes, porque un amigo ha venido a mí de viaje y le he nada que ofrecerle”, y si el que está adentro responde: “No me molestes, la puerta ya está cerrada, mis hijos y yo estamos en la cama, no puedo levantarme para darte los panes”, te digo. que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, al menos por su intromisión se levantará a dárselos cuantos necesite. »Pues yo os digo: pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá. Porque quien pide recibe y quien busca encuentra y quien llama se le abrirá. ¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pescado, en lugar de un pescado le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo le dará un escorpión? Así que, si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!
El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia
Jesús insiste en la necesidad de que los discípulos oren con fe e insistencia. Y para ello narra dos parábolas. El primero, el del amigo importuno, es casi un comentario a la cuarta invocación del Padre Nuestro, es decir, "danos cada día el pan nuestro de cada día". Con ello, Jesús parece empujar a los discípulos a estar también "molestos" con el Padre en la oración. Sí, los discípulos deben insistir en preguntar. «Pues yo os digo: pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá», repite. Les asegura: lo que sucede en la parábola les sucederá también a ellos. La oración insistente parece obligar a Dios a "levantarse" y conceder nuestra petición. Y Dios, continúa Jesús con la segunda parábola, no sólo responderá, sino que siempre dará cosas buenas a sus hijos. Siempre escucha a quienes acuden a él con confianza. Verdaderamente la oración -la del hijo que se abandona enteramente al Padre- tiene una fuerza increíble, consigue "doblar" a Dios hacia nosotros. Por este motivo, en toda la tradición de la Iglesia, la insistencia en la oración es uno de los pilares indispensables de la vida espiritual. Desgraciadamente - también debido a los ritmos alienantes de la vida actual - nos cuesta orar y muchas veces no perseveramos en ello, especialmente en la oración común. Y no pocas veces nuestra confianza es verdaderamente limitada. Dejemos que esta página evangélica toque nuestros corazones y descubriremos la fuerza y eficacia de la oración en nuestra vida y en la de otros por quienes oramos. La oración salva vidas.