Evangelio (Lc 11,42-46) - En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, fariseos, que diezmáis la menta, la ruda y todas las hierbas, y dejáis de lado la justicia y el amor de Dios!, estas eran las cosas que había que hacer, sin descuidarlas. ¡Ay de vosotros, fariseos, que amáis los primeros lugares en las sinagogas y los saludos en las plazas! ¡Ay de vosotros, porque sois como esos sepulcros que no se ven y la gente pasa por encima sin saberlo! Uno de los doctores de la Ley intervino y le dijo: "Maestro, al decir esto, nos ofendes también a nosotros". Él respondió: «¡Ay también de vosotros, doctores de la Ley, que agobáis a los hombres con cargas insoportables, y ni siquiera tocáis esas cargas con un dedo!».
El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia
Un doctor de la ley, al escuchar las duras palabras de Jesús contra el ritualismo, responde que de esa manera también lo ofende a él y a su grupo. Es la reacción de quienes no sienten la necesidad de cambiar en absoluto, de comprender más profundamente lo que pide la predicación de Jesús. Se conforman con la letra y las prácticas externas sin captar la sustancia y el espíritu de la alianza que Dios e Israel habían establecido. Más tarde el apóstol Pablo escribió a los corintios: "La letra mata, pero el Espíritu vivifica" (2 Cor 3,6). Jesús desenmascara el pecado de los fariseos y de los escribas: si bien son mirados con respeto por el pueblo, que busca en ellos guía y orientación, en verdad su comportamiento es falso y desviado. De ahí surge la severidad del juicio de Jesús: la gente confía, busca orientación, pide ayuda a quienes "parecen" ser guías, y éstos, en cambio, descuidan lo esencial, es decir, la justicia y el amor de Dios. pagan sus cuotas en el templo, se dejan encantar por los honores en las sinagogas, pero en realidad son como "sepulcros", es decir, hombres vacíos e internamente muertos. Con su fría severidad, ponen pesadas cargas sobre los hombros de los demás pero no quieren ni saben soportarlas. Esta falsedad, esta naturaleza doble y mentirosa es severamente estigmatizada por Jesús. Los tres "ay de vosotros" dirigidos a los fariseos son una advertencia para todos, incluso para nosotros, cuando nos erigimos en jueces sin piedad, en amos sin escrúpulos y sin dudas, aprovechando la buena fe de quienes buscan hermanos en quienes apoyarse para crecer en la vida espiritual.