Mientras el novio está con ellos
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Mt 9,14-17) - En aquel tiempo, los discípulos de Juan se acercaron a Jesús y le dijeron: "¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, mientras tus discípulos no ayunan?". Y Jesús les dijo: ¿Pueden los invitados a la boda llorar mientras el novio está con ellos? Pero vendrán días en que les quitarán el novio, y entonces ayunarán. Nadie pone un trozo de tela áspera sobre un vestido viejo, porque el remiendo le quita algo al vestido y el desgarro se hace peor. Ni echaréis vino nuevo en odres viejos, no sea que los odres se rompan, el vino se derrame y los odres se pierdan. Pero el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así ambos se conservan."

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

Los discípulos de Juan, que llevaban una vida más austera que la de los discípulos de Jesús, le preguntaron directamente sobre esta diferencia: "¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, mientras que tus discípulos no ayunan?". Los discípulos de Juan piden entender. Nunca debemos avergonzarnos de dejarnos ayudar por Jesús. El maestro responde con la imagen de la venida del novio y compara a los discípulos con los amigos del novio que prepararon y participaron en la boda que, obviamente, debía ser un momento de gran celebracion. Con Jesús vino entre los hombres el verdadero "novio", aquel que vino a redimir a la humanidad de la condición de esterilidad. El sentido de la vida con Jesús se reviste de celebración, pero, advierte Jesús, también vendrán momentos difíciles. Vendrán por sí mismo; en esta referencia vislumbramos los días de la pasión. También vendrán por los discípulos y por las comunidades. ¿Cómo no pensar en las innumerables persecuciones que todavía hoy afectan a los discípulos de Jesús? Luego, durante los días difíciles, los discípulos "ayunarán", añade Jesús, pero primero es necesario vestirse y beber el vino de la misericordia; esto te hará fuerte incluso en tiempos difíciles. Los odres viejos de los que habla Jesús son los patrones mentales y religiosos habituales. El amor evangélico requiere corazones nuevos, es decir libres de prejuicios, para acoger el amor mismo de Dios.Resistir a la novedad de la Palabra de Dios significa cerrarse al Espíritu. El Evangelio del amor nos libera de la clausura y la estrechez para involucrarnos en los amplios horizontes de Dios.