Curaciones en el país de Genesaret
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Mc 6,53-56) - En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos, habiendo completado la travesía hacia tierra, llegaron a Genesaret y desembarcaron. Una vez que bajaron de la barca, la gente inmediatamente lo reconoció y acudiendo en masa de toda aquella región, comenzaron a llevarle los enfermos en camillas, dondequiera que oyeran que estaba. Y dondequiera que llegaba, en pueblos o ciudades o en el campo, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que pudiera al menos tocar el borde de su manto; y los que lo tocaron se salvaron.

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

Jesús cruzó a la otra orilla, uniéndose a sus discípulos después de una difícil travesía del lago de Galilea. Tan pronto como bajaron de la barca, dice el Evangelio, "la gente inmediatamente lo reconoció" y se agolparon a su alrededor, trayendo a los enfermos para que los curaran. Y todos confiaron en él y en su poder curativo: para muchos bastaba con tocar el borde de su manto para ser curados. Y Jesús no rehuyó las preguntas de la gente, no despidió a nadie. Es un estilo que nos cuestiona a cada uno de nosotros y a nuestras propias comunidades. ¿No deberíamos ser como el borde del manto del Señor que los pobres y los enfermos pueden alcanzar y tocar con sus manos? Es necesario que los débiles y los pobres puedan "tocar" fácilmente el "cuerpo de Cristo" que es, precisamente, la comunidad de los discípulos, y ser sanados y sanados por él. Además, una Iglesia sin pobres que vienen a recibir ayuda y sin enfermos que reciben consuelo difícilmente está en conformidad con el Evangelio. El Papa Francisco nos invita a tocar las llagas de Jesús tocando las de los pobres. A veces somos miedosos, dominados por un falso respeto, que nos vuelve más duros, más fríos, más apresurados, y los gestos de ternura y amistad son raros. En verdad hay una necesidad increíble de ternura, de compañía, de escucha, de acompañamiento. Dejemos que otros invadan nuestro territorio, traspasen nuestras fronteras e incluso ocupen nuestro tiempo, para que a través de nosotros puedan encontrar la fuerza del amor de Jesús, que sana y salva.