"Me lo hiciste"
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Mt 25,31-46) - En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria. Todos los pueblos se reunirán ante él. Apartará a unos de otros, como separa el pastor las ovejas de los cabritos, y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. Entonces el rey dirá a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y vosotros Me diste de beber, fui forastero y me recibiste, desnudo y me vestiste, enfermo y me visitaste, estuve en prisión y viniste a visitarme. Entonces los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te hemos visto enfermo o en prisión y hemos venido a visitarte? Y el rey les responderá: "En verdad os digo que todo lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis". Luego dirá también a los de la izquierda: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles, porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y No me disteis de beber, fui forastero y no me recibisteis, desnudo y no me vestisteis, enfermo y en prisión y no me visitasteis." Entonces también ellos responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te servimos?". Entonces él les responderá: "En verdad os digo que todo lo que no hicisteis a uno de estos más pequeños, a mí no me lo hicisteis". Y se irán: éstos al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna."

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

Este primer lunes de Cuaresma se abre con el Evangelio del fin de los tiempos, el día del juicio final. La escena es grandiosa: Jesús, en su función real, está sentado en el trono con "todos los ángeles". Frente a él, como en un escenario inmenso, están reunidos "todos los pueblos". Sólo hay una división entre ellos: la relación que cada uno tenía con el Hijo del Hombre presente en cada pobre. El propio juez, de hecho, se presenta como el sediento, el hambriento, el desnudo, el forastero, el enfermo, el prisionero: "Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber". " . El diálogo entre el rey y los interlocutores de los dos grupos pone de relieve este aspecto desconcertante: el glorioso juez del fin de los tiempos, a quien todos los interlocutores reconocen como "Señor", tenía el rostro de aquel mendigo que pedía limosna, de que el anciano abandonado en el hospital de crónicos, de esos extranjeros que llaman a nuestras puertas y que muchas veces son rechazados, de esos presos tan poco visitados. La repetición de las seis situaciones de pobreza (se repiten cuatro veces, en unos pocos versos), con la respectiva lista de obras dadas o negadas, indica quizás la frecuente repetición de tales situaciones en la vida cotidiana, en todo el mundo. Este Evangelio viene a decirnos que el enfrentamiento decisivo (decisivo porque por ello seremos juzgados definitivamente) entre el hombre y Dios no se produce en un contexto de gestos heroicos y extraordinarios, sino en el encuentro cotidiano, en la oferta de ayuda a quienes él quiere. lo necesita, en dar de comer y de beber a los que tienen hambre y sed, en acoger y proteger a los abandonados. La identificación de Jesús con los pobres -también los llama hermanos suyos- no depende de sus cualidades morales o espirituales; Jesús no se identifica sólo con los pobres buenos y honestos. Los pobres son pobres y ya está. Como tal, en ellos encontramos a Jesús: es una identidad objetiva; representan al Señor porque son pobres, pequeños, débiles. Después de todo, Jesús mismo se volvió pobre y débil. Es aquí, en las calles del mundo, donde tiene lugar el juicio final. Y los pobres serán nuestros verdaderos defensores. Es bueno preguntarnos si nosotros y nuestras comunidades vivimos esta dimensión cotidiana de la caridad: si estamos al lado de ellas o, por el contrario, del lado de quienes se molestan por su presencia. El Papa Francisco, consciente de que todos seremos juzgados desde aquí, nos recuerda una verdad extraordinaria: "Tocamos la carne de Jesús tocando la de los pobres". Es una de las verdades más hermosas e impactantes del Evangelio, que los cristianos estamos llamados a vivir y dar testimonio.