No creyeron ni a Juan ni a Jesús
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Mt 11,16-19) - En aquel tiempo, Jesús dijo al pueblo: «¿Pero con quién compararé a esta generación? Es parecido a esos niños sentados en las plazas que se vuelven hacia sus demás compañeros y les dicen: "Te tocamos la flauta y no bailaste, o cantaste un lamento y no lloraste". Vino Juan, que no come ni bebe, y dijeron: "Demonio tiene". Vino el Hijo del Hombre, comiendo y bebiendo, y dijeron: "He aquí un glotón y un borracho, amigo de publicanos y de pecadores". Pero la sabiduría ha sido hecha justicia por sus obras."

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

Jesús habla de su generación y del Bautista. Es una invitación a considerarnos también nuestra generación. Estamos viviendo –como le gusta decir al Papa Francisco– un cambio de era: el pasado ya pasó y el futuro aún no aparece. La globalización que nos sobrevino con el cambio de milenio fue sólo de mercado, pero no de hermandad entre los pueblos. Podríamos aplicar a este momento histórico la brevísima parábola que Jesús cuenta en este pasaje del Evangelio. En su brevedad está la descripción del reproche por lo que faltaba en la plaza: "¡Te tocamos la flauta y no bailaste, cantamos un lamento y no te golpeaste el pecho!". ¿Qué quiere decir Jesús? Creo que se ve en él la condena de esos debates enteramente internos -en este caso, por ejemplo, entre los que quieren tocar en el funeral y los que quieren tocar en la boda- que, de hecho, lo bloquean todo. La plaza permanece vacía. En efecto, ¡cuántos debates inútiles incluso en las comunidades cristianas! Jesús quiere estremecernos por la urgencia de la misión. Debemos eliminar todas las dudas: es urgente comunicar el Evangelio en las calles de esta generación. Jesús luego revela el "juego" que se debe jugar. Y a esto se refiere la acusación contra Jesús, es decir, a su predilección por la alegría y la felicidad de las personas y al mismo tiempo a su amistad con los recaudadores de impuestos y los pecadores. Para Jesús, esta acusación es, sin embargo, verdadera sabiduría: "Pero la sabiduría era reconocida como justa por las obras que realiza". El reproche que se le hace de ser glotón y borracho, además de amigo de publicanos y pecadores, en verdad, describe perfectamente su misión. Una vez más emerge esa primacía del amor a los pobres que caracteriza el mismo amor de Dios.