Evangelio (Mt 13,54-58) - En aquel tiempo Jesús, habiendo llegado a su tierra, enseñaba en la sinagoga de ellos y la gente estaba asombrada y decía: «¿De dónde saca esta sabiduría y tantas maravillas? ¿No es éste el hijo del carpintero? Y tu madre, ¿no se llama María? ¿Y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no se quedan todas con nosotros? Entonces, ¿de dónde vienen todas estas cosas?". Y fue motivo de escándalo para ellos. Pero Jesús les dijo: "Un profeta sólo es despreciado en su propia tierra y en su propia casa". Y allí, a causa de su incredulidad, no hizo muchos milagros.
El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia
Jesús regresa a Nazaret, a su "patria", entre "los suyos". Es fácil reducir al Señor a nuestra triste sabiduría. Lo hacemos con todos. Creemos conocer a alguien inmediatamente sólo porque sabemos de dónde viene, por un recuerdo, por una actitud, por su forma de hablar, porque lo hemos conocido. Confiamos en nuestras impresiones, que consideramos infalibles y en todo caso nuestras, por tanto verdaderas. Los habitantes de Nazaret conocían bien a Jesús: lo habían visto crecer, habían jugado con él, habían estado a su lado en la sinagoga. Vuelve entre ellos. No se presenta como otro hombre, no adopta otras apariencias: es siempre el mismo, pero con una sabiduría que su pueblo no puede comprender y que los escandaliza. La reacción de los habitantes de Nazaret - reacción de miedo, costumbre, conformismo, superficialidad - es profundamente triste: cada uno es lo que es, nadie puede cambiar realmente; ¡No tiene sentido soñar, seguimos siendo los mismos de siempre! Puedes cambiar algunos rasgos, apariencias, ¡pero siempre uno es el mismo! La consecuencia es que nunca se puede hacer nada, que no vale la pena hacerlo. Es la sabiduría resignada y realista de este mundo: creemos saberlo todo y no conocemos el amor, el corazón, la vida. Como nosotros: estamos informados de todo lo que sucede en el mundo; tenemos las noticias en vivo, pero no entendemos con el corazón, sabemos amar poco y al final todo vuelve a ser igual a lo poco que ya sabemos; Sabemos todo de la vida, multiplicamos las interpretaciones, pero no la entendemos con amor. Quienes se hacen suyos conocen a Jesús, no quienes se creen suyos por naturaleza, por herencia, por mérito, porque estaban cerca de él.