El sábado fue hecho para el hombre
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Mc 2,23-28) - En aquel tiempo, sábado, Jesús pasaba por campos de trigo y sus discípulos, mientras caminaban, comenzaron a arrancar espigas. Los fariseos le dijeron: «¡Mira! ¿Por qué hacen lo que no es lícito en sábado?". Y él les respondió: “¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad y él y sus compañeros tuvieron hambre? Bajo el sumo sacerdote Abiatar, entró en la casa de Dios y comió el pan de la ofrenda, que no es lícito comer excepto a los sacerdotes, ¡y también dio un poco a sus compañeros! Y les dijo: «¡El sábado fue hecho para el hombre y no el hombre para el sábado! Por tanto, el Hijo del Hombre es también señor del sábado".

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

Después de la disputa sobre el ayuno, presente en el pasaje leído ayer, el evangelista Marcos nos habla de la controversia sobre el sábado. Los fariseos ven que los discípulos de Jesús, mientras caminaban por un campo de trigo en un día de reposo, recogían espigas para comer, transgrediendo así la ley del reposo. El pasaje paralelo de Mateo precisa el motivo: los discípulos "tuvieron hambre" (Mt 12,1). Inmediatamente los fariseos acusan al maestro de permitir que los discípulos transgredieran la ley. Pero Jesús defiende a los discípulos y pone un ejemplo similar al que le sucedió a David, quien, huyendo de Saúl que quería matarlo, entró en el templo y junto con sus compañeros comieron el pan bendito reservado para los sacerdotes. Jesús añade: «¡El sábado fue hecho para el hombre y no el hombre para el sábado!». Esta afirmación ya está presente en la tradición judía. Varios rabinos enseñaron que la observancia religiosa excesiva podría poner en peligro el cumplimiento de la esencia de la ley. Uno de ellos observó: “Nada es más importante, según la Torá, que salvar una vida humana… Incluso cuando existe sólo la más mínima probabilidad de que una vida esté en juego, se puede ignorar toda prohibición de la ley”. Jesús nunca viola la santidad del sábado. Si acaso, con autoridad, como ocurre en esta ocasión, da la interpretación auténtica. En resumen, muestra lo que realmente importa para la ley, es decir, la salvación del hombre. El hombre y su salvación están en el centro mismo de las Escrituras. En efecto, el Señor creó el mundo y envió a su Hijo por amor al hombre. El creyente, por tanto, no está llamado tanto a observar reglas, sino a responder al amor de Dios y a vivir con amor a los demás. Por eso el Hijo del Hombre es también Señor del sábado: vino a salvar, no a condenar. Nos pide a cada uno de nosotros que lo sigamos por este camino, el del amor.