Los primeros discípulos de Jesús
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Jn 1,35-42) - En aquel tiempo, Juan estaba con dos de sus discípulos y, fijando su mirada en Jesús que pasaba, dijo: "¡He aquí el cordero de Dios!". Y los dos discípulos, oyéndole hablar así, siguieron a Jesús. Entonces Jesús se volvió y, viendo que le seguían, dijo: "¿Qué buscáis?". Le respondieron: «Rabí (que significa maestro), ¿dónde vives?». Él les dijo: "Venid y ved". Fueron, pues, y vieron dónde vivía, y se quedaron con él aquel día; Eran alrededor de las cuatro de la tarde. Uno de los dos que habían oído las palabras de Juan y lo seguían era Andrés, hermano de Simón Pedro. Se encontró primero con su hermano Simón, y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías (que significa el Cristo)» y lo llevó hasta Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan. ; y te llamarás Cefas (que significa Pedro)".

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

La historia de Andrés y Juan es ejemplar para todos los creyentes. Cuando abrimos nuestro corazón a la predicación del Evangelio, como aquellos dos discípulos del Bautista, también nosotros nos sentimos impulsados ​​a movernos. No podemos quedarnos quietos donde estamos, aunque fuera una costa bendita como aquella en la que se encontraba el Bautista. En el origen de la experiencia cristiana hay siempre una palabra que toca el corazón y que nos saca de nuestras costumbres, de nuestras certezas, incluidas las religiosas. Comienza así un camino interior que conduce al conocimiento del misterio de amor que Dios nos ha revelado. Los dos discípulos comenzaron a seguir a Jesús, probablemente no era su intención dejar al Bautista. Pero la atracción que despertaban en ellos las palabras de su maestro los empujó a saber más, a saber más de aquel joven de Nazaret. Caminaron un poco hasta que Jesús se volvió y les preguntó: "¿Qué buscáis?". Son las primeras palabras que Jesús pronuncia en el cuarto evangelio, pero es también la primera pregunta que se hace a todo aquel que se acerca al Evangelio: "¿Qué buscas?", "¿Qué esperas?". Los dos discípulos quedaron sorprendidos por aquella pregunta y respondieron con otra: "Rabí, ¿dónde te alojas?". Y Jesús: «Ven y mira». Es un diálogo que parece casi abrupto, lapidario, puntuado sólo por dos verbos, una invitación y una promesa. Jesús propone la experiencia de un encuentro: "Ven y verás". Sólo entonces viene la elección. Entonces los dos “fueron y vieron dónde moraba, y se quedaron con él aquel día; Eran alrededor de las cuatro de la tarde." Pararse en casa de Jesús significó conocerlo más íntimamente, disfrutar directamente de su compañía, entrar en comunión con él y acoger su proyecto de amor para transformar el mundo. La experiencia de ese encuentro cambió la vida de Andrea y Giovanni para siempre. Cualquiera que haya seguido su ejemplo también verá que su vida ha cambiado.