Indisolubilidad del matrimonio
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Mc 10,1-12) - En aquel tiempo, Jesús, saliendo de Capernaum, llegó a la región de Judea y al otro lado del río Jordán. La multitud volvió a acudir a él, y él nuevamente les enseñó como solía hacer. Se acercaron unos fariseos y, para ponerlo a prueba, le preguntaron a Jesús si es lícito al marido divorciarse de su mujer. Pero él les respondió: "¿Qué os mandó Moisés?" Dijeron: “Moisés permitió que se redactara una carta de divorcio y se repudiara”. Jesús les dijo: «Por la dureza de vuestro corazón os escribió esta regla. Pero desde el principio de la creación [Dios] los hizo varón y hembra; por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne. Por eso ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, que el hombre no divida lo que Dios ha unido." En casa, los discípulos le preguntaron nuevamente sobre este asunto. Y él les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra ella; y si ella, habiendo repudiado a su marido, se casa con otro, comete adulterio."

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

Comienza una nueva sección del Evangelio de Marcos. El viaje a Jerusalén continúa y el evangelista lleva al grupo a la región de Judea y al territorio al este del Jordán. Jesús, siempre rodeado de una gran multitud, aborda algunos temas importantes para la vida de la comunidad cristiana. El primero se refiere al matrimonio y al mandamiento a los cónyuges de ser fieles de por vida. Jesús afirma la indisolubilidad del matrimonio refiriéndose al plan original de Dios: la Ley de Moisés había concedido al hombre la carta de divorcio aunque "hallara algo vergonzoso en ella". Según Jesús esta regla es sólo una concesión a la insensibilidad del hombre. No se trata simplemente de reiterar un principio abstracto, sino de hacer comprender la urgencia del amor, de la fidelidad, de la comprensión mutua y también del perdón y de la capacidad de saber acompañarse en la vida. Estas palabras también nos ayudan a comprender que el amor entre un hombre y una mujer no puede ser fruto de sólo un sentimiento, sino que debe basarse en un proyecto de amor que significa fidelidad y construcción. No es raro escuchar que un matrimonio y una familia estables ya no encajarían en los tiempos en que vivimos. Para los más jóvenes parece especialmente difícil imaginar un amor definitivo y exclusivo para toda la vida. Jesús en el Evangelio, al tiempo que recuerda que la fidelidad es el deseo profundo que Dios ha escrito en cada corazón, también nos llama a aprender a amar y a esforzarnos para que la unión de una familia sea estable y fuerte, a imagen de la amor del Señor por toda la humanidad y por la Iglesia.