reconciliarte con tu hermano
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Mt 5,20-26) - En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se decía a los antiguos: "No matarás"; Quien haya matado tendrá que ser sometido a juicio. Pero yo os digo: el que se enoja con su hermano, será sometido a juicio. Quien entonces diga a su hermano: “estúpido”, tendrá que ser sometido al Sanedrín; y el que le diga: "Estás loco", será destinado al fuego de la Gehena. »Si, pues, presentas tu ofrenda en el altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, ve primero y reconcíliate con tu hermano y luego vuelve a ofrecer tu ofrenda. Ponte rápidamente de acuerdo con tu adversario mientras viajas con él, no sea que tu adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y seas echado en la cárcel. En verdad os digo: ¡no saldréis de allí hasta que no hayáis pagado hasta el último centavo!

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

El pasaje del evangelio de Mateo forma parte del gran Sermón de la Montaña. Jesús simplemente dijo que vino para completar, no para abolir la ley. Por lo tanto, no se aleja del espíritu que anima la ley, sino que quiere captar el pensamiento profundo de Dios, su corazón mismo. La justicia de la que habla Jesús, por tanto, no consiste en cálculos igualitarios externos, imposibles en la realidad, sino en la realización del amor ilimitado de Dios en relación con la necesidad real que cada persona requiere. No se trata de que un juez aplique una norma, sino de que una madre ayude a criar a un hijo. Por eso, Jesús añade con una severa advertencia: "Si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos". Ser bueno a la par de los fariseos, quiere decir Jesús, es lo mismo que no serlo en absoluto. Y lo explica con palabras que nadie jamás se ha atrevido a decir antes que él y que nadie ha oído excepto del Evangelio. Jesús no propone un nuevo caso de estudio, ni una nueva práctica jurídica, sino una nueva manera de entender las relaciones entre los hombres. Revela el punto crucial que fundamenta el sentimiento de odio hacia el otro: es una fuerza destructiva que lleva a concebir al otro como un enemigo y por tanto un adversario a eliminar. El odio comienza con cosas pequeñas, como la ira que con demasiada frecuencia envenena a la sociedad contemporánea. Y las palabras que parecen inofensivas, como estupidez o locura, conducen a la destrucción del tejido social. Jesús afirma que sólo el amor es el cumplimiento de la ley y que sólo en el amor se puede ir más allá de la enemistad. Por tanto, es necesario pasar de un precepto negativo (no te enfades, no digas locuras, no mates), a la positividad de la amistad. El amor es la nueva fuerza que Jesús vino a dar a los hombres para fortalecer las relaciones entre ellos. La fuerza de las relaciones humanas es lo que ayuda a reconstruir el futuro de la humanidad. Es una dimensión central para Jesús: el amor entre nosotros tiene un valor tan alto que exige, si falta, la interrupción del culto a Dios. La "misericordia" vale más que el "sacrificio"; El culto, como relación con Dios, no puede ignorar una relación de amor con los hombres. Y es el amor el que debe regir nuestras acciones. Por eso, cuando hay conflictos, Jesús recomienda llegar a un acuerdo en lugar de acudir a los tribunales. No se trata sólo de la conveniencia de no terminar en prisión, sino de practicar un estilo fraterno. De esta manera no sólo se supera la pura observancia legal, sino que se crea una forma de vida solidaria que hace estable y hermosa la convivencia entre las personas y los pueblos.