La Anunciación
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Jn 3,1-8) - Entre los fariseos había un hombre llamado Nicodemo, uno de los líderes de los judíos. Fue a Jesús de noche y le dijo: «Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; De hecho, nadie puede realizar estas señales que vosotros hacéis, si Dios no está con él." Jesús le respondió: "De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de arriba, no puede ver el reino de Dios". Nicodemo le dijo: «¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Podrá acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y renacer?”. Jesús respondió: "De cierto, de cierto os digo, que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es, y lo que nace del Espíritu, es carne". espíritu. No os extrañéis si os digo: debéis nacer de arriba. El viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va: así es todo aquel que es nacido del Espíritu."

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

La liturgia de la Iglesia quiere que recordemos con una fiesta particular el día en que el ángel fue enviado a Nazaret para anunciar a María que sería madre de Jesús, y existe un vínculo entre esta fiesta y el misterio de la Pascua que hemos vivido. Porque en definitiva en el anuncio de aquel ángel ya está prefigurado que el Señor que nacerá de María será el Salvador. Y la salvación es el don del amor que pasa por la prueba de la cruz. Es un amor que se prepara con el tiempo, no se puede improvisar. Tiene una historia y comienza con un encuentro entre María y un ángel, enviado del Señor. Podríamos decir que en ese ángel enviado por Dios está el primer anuncio del Evangelio, de la buena nueva, es decir, que Dios no se ha olvidado de los hombres. Por eso busca y prepara en nuestra humanidad el encuentro con María, y el evangelio de Lucas nos presenta a una niña, como todos los demás: vivía la vida ordinaria de su pueblo. Sin embargo, la mirada del Señor se había posado en ella.
Y la primera en ofrecer su vida es la misma María que se hace dócil al amor de Dios. En esta celebración contemplamos cuán grande es el amor del Señor. Y nunca, de hecho, María se alejó de ese amor. Ella aceptó plenamente el llamado a ser servidora de un plan mayor. Y no fue ni fácil ni obvio. Cuando el ángel le dijo que estaba llena de gracia, María se turbó. No tenía una buena opinión de sí mismo. Se sentía nada ante Dios, pero el ángel la consoló: «No temas, María, porque has hallado favor de Dios, y he aquí, concebirás un hijo... y lo llamarás Jesús». No se nos da a conocer los pensamientos de María en ese momento. Podría decir "no", mantener la calma y continuar con su vida habitual. Pero si responde "sí", toda su vida se transformará y con ella la vida y la historia de la humanidad.