Curaciones y multiplicación de los panes.
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Mt 15,29-37) - Jesús, saliendo de allí, llegó al mar de Galilea y, subiendo al monte, se detuvo allí. Se reunió a su alrededor una gran multitud, trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, sordos y muchos otros enfermos; los pusieron a sus pies y él los sanó. Y la multitud se asombraba al ver a los mudos hablar, a los cojos enderezarse, a los cojos andar y a los ciegos ver. Y glorificó al Dios de Israel. Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de esta multitud: ya hace tres días que me siguen y no tienen qué comer. No quiero enviarlos de vuelta en ayunas, para que no desmayen en el camino. Y los discípulos le dijeron: "¿Dónde en un desierto podemos encontrar tantos panes para alimentar a una multitud tan grande?". Pero Jesús preguntó: "¿Cuántos panes tienes?" Ellos respondieron: "Siete y unos pececitos". Después de ordenar a la multitud que se sentara en el suelo, Jesús tomó los siete panes y los siete peces, dio gracias, los partió, se los dio a los discípulos y los discípulos los repartieron entre la multitud. Todos comieron y quedaron satisfechos. De los pedazos que sobraron se llevaron siete bolsas llenas.

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

Jesús, habiendo regresado a Galilea, sube de nuevo a la montaña. El lugar alto en el lenguaje bíblico deja entrever la intimidad única entre el Hijo y el Padre, pero en aquellos días se transforma en una especie de santuario donde los enfermos, los pobres, los lisiados son llevados para ser acogidos y sanados. El texto sugiere que todo esto sucede durante tres días seguidos, casi sin interrupción. Al final es Jesús quien se conmueve y decide, después de haber nutrido sus corazones con el pan de la Palabra, nutrirlos también con el pan material. Jesús se preocupa por toda nuestra vida, la del corazón y la del cuerpo. Los discípulos, en cambio, muestran su insensibilidad hacia la multitud y sus necesidades. Y cuando Jesús les indica que deben pensar en encontrar comida, no pueden evitar expresar su resignación: en ese lugar no es posible. Jesús, que nunca se rinde, los invita a buscar entre la gente si hay alguien que tenga pan. Es la segunda vez que se narra este milagro en el Evangelio de Mateo. Y tiene lugar en una región pagana, podríamos decir periférica, para mostrar que todos esperan el alimento de Jesús: los discípulos encuentran sólo siete panes. A diferencia del relato de la primera multiplicación, el número de panes es siete, así como después serán siete cestas que recogerán los que sobran. Siete indica integridad. Ésta es la tarea que Jesús confía a su Iglesia, a sus discípulos. No es casualidad que se elijan siete diáconos para desempeñar el servicio de comedor. Jesús toma esos siete panes y los multiplica para las cuatro mil personas presentes. Es un milagro nacido del amor apasionado de Jesús por esa multitud cansada y hambrienta. Este pasaje evangélico nos invita a tener la misma compasión de Jesús por los débiles y los pobres para poder participar del milagro de la multiplicación del amor.