Haz la voluntad de Dios
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Mt 7,21.24-27) - En aquel tiempo, Jesús dijo: «No todo el que me dice: 'Señor, Señor' entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica es como un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca. Cayó lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Cualquiera que oye estas palabras mías y no las pone en práctica es como un hombre necio que construyó su casa sobre arena. Cayó lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y cayó, y fue grande su ruina."

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

Estas palabras cierran el Sermón de la Montaña, el primer gran discurso de Jesús en el Evangelio de Mateo. Al principio nos encontramos con una palabra fuerte: sólo aquel que "hace la voluntad del Padre" será digno del reino y no aquel que sólo ha invocado el nombre del Señor. Juan Crisóstomo, estigmatizando la pasividad con la que los cristianos de su tiempo participaban en la liturgia dominical, porque no obtenían de ella ningún cambio en su vida cotidiana, dijo: «¿Crees acaso que el fervor espiritual consiste en el simple hecho de estar continuamente ¿Vienes a la celebración de la Divina Liturgia? Esto no significa nada si no obtenemos algo de fruto: si no obtenemos nada, ¡es mejor quedarnos en casa! Y lo que significa cumplir la voluntad del Padre lo aclara varias veces el Evangelio, como cuando Jesús afirma: «Y ésta es la voluntad del que me envió: que nada pierda de lo que él me ha dado, sino que él lo resucitará en el último día" (Jn 6,39). La voluntad del Padre es la salvación de todos. Jesús vino para esto y nosotros estamos llamados a realizar, con él, este sueño claramente mostrado en el Evangelio. Las palabras de Jesús son muy claras: «Quien escuche estas palabras mías y las ponga en práctica será como un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca», mientras que «quien escuche estas palabras mías y no las ponga en práctica» en la práctica, será como un hombre necio que construyó su casa sobre la arena." El ejemplo continúa: vino la lluvia, los ríos se desbordaron, soplaron los vientos y azotaron esas dos casas; son las tormentas de la vida que todos experimentamos. Pues bien, la primera casa, cimentada en piedra, se mantuvo firme; el otro, fundado sobre arena, se derrumbó. Son dos imágenes eficaces: Jesús compara a quienes escuchan el Evangelio y lo ponen en práctica con los constructores. No escuchamos el Evangelio por un ejercicio literario o incluso por algún buen sentimiento. Es una palabra que se nos da para construir la vida sobre bases sólidas y estables. Por eso Jesús nos invita a escucharlo y sobre todo a ponerlo en práctica.