Curación de un hombre con la mano seca
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Lc 6,6-11) - Un sábado entró Jesús en la sinagoga y comenzó a enseñar. Allí había un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y fariseos lo acechaban para ver si lo sanaría en sábado, para encontrar de qué acusarlo. Pero Jesús conocía sus pensamientos y dijo al hombre que tenía la mano paralizada: "¡Levántate y ponte aquí en medio!". Se levantó y se paró entre ellos. Entonces Jesús les dijo: «Os pregunto: en sábado, ¿es lícito hacer el bien o el mal, salvar una vida o quitarla?». Y mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: "¡Extiende tu mano!". Así lo hizo y su mano fue sanada. Pero ellos, fuera de sí de ira, comenzaron a discutir entre ellos sobre qué podían hacerle a Jesús.

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

Jesús entra a la sinagoga en sábado, y Lucas señala que es "otro" sábado, no sólo para especificar que entrar a la sinagoga y enseñar era una actividad habitual de Jesús, sino que con su presencia verdaderamente manifiesta un sábado diferente, es decir , un tiempo nuevo, y cada vez que el Evangelio habla a nuestra vida, encuentra su cumplimiento la realidad profunda del sábado, es decir, el descanso con Dios. «Os pregunto – dice Jesús – ¿es lícito en sábado hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o matarla? Una pregunta muy concreta, que Jesús hace delante de un enfermo, con la mano seca. Para Jesús no hay término medio, la vida o se salva o se pierde, o haces el bien, o cuando no lo haces siempre será malo. Y el sábado de Dios es el bien del hombre, de todo hombre. Ese hombre no pidió ser curado, pero está presente allí, como una petición silenciosa, como la presencia de tantos pobres en este mundo, en nuestras ciudades, que con su propio sufrimiento, su dolorosa vida, piden poder curarse. participen también ellos plenamente a ese descanso con Dios que es el encuentro con la bondad de la vida, pero quedan al margen. Jesús invita al hombre a levantarse y venir al centro, y es como llamar a la vida a una persona considerada inexistente. Por eso en ese hombre sanado hay también una parte de nuestra vida, a veces vuelta sobre sí misma. "Extiende tu mano", dice Jesús a cada uno de nosotros: es la señal de que es posible hacer el bien, de que esa mano puede servir, acompañar, acoger, colaborar en el plan de Dios de hacer todo bien. La curación de ese hombre es el comienzo de un nuevo sábado, de una nueva creación, en la que en el centro está la vida de cada hombre que debe ser siempre salvada.