Misión de los setenta y dos
M Mons. Vincenzo Paglia
00:00
00:00

Evangelio (Lc 10,1-12) - En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos y los envió de dos en dos delante de él a cada ciudad y lugar a donde iba. Él les dijo: «¡La mies es mucha, pero los obreros pocos! ¡Rogad, pues, al Señor de la mies para que envíe trabajadores a su mies! Id: he aquí, yo os envío como corderos en medio de lobos; no lleves cartera, bolso o sandalias y no te detengas a saludar a nadie en el camino. Cualquiera que sea la casa en la que entres, di primero: “¡Paz a esta casa!”. Si hay un hijo de paz, vuestra paz vendrá sobre él; de lo contrario, volverá a vosotros. Quédense en esa casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el que trabaja tiene derecho a su recompensa. No vayas de una casa a otra. Cuando entréis en una ciudad y os reciban, comed lo que os ofrezcan, curad a los enfermos que allí haya y decidles: “El reino de Dios está cerca de vosotros”. Pero cuando entres en una ciudad y no te reciban, sal a sus calles y di: “Hasta el polvo de tu ciudad, que se pega a nuestros pies, lo sacudimos contra ti; pero sabed que el reino de Dios está cerca." Os digo que aquel día Sodoma será tratada con menos dureza que aquella ciudad.

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

En este pasaje encontramos el segundo discurso misionero de Jesús relatado en el Evangelio de Lucas. Si el primero estaba dirigido a los Doce, como para reunir a todo Israel, ahora el motivo es la misión de los setenta y dos discípulos cuyo número (cf. Gén 10) simboliza a todos los pueblos de la tierra. Lucas lo sitúa al inicio del viaje de Jesús hacia Jerusalén. La universalidad de la predicación no es un añadido más al mensaje evangélico, es parte integrante de la misión que Jesús confió a sus discípulos desde el principio. De hecho, él mismo constata que "la cosecha es abundante", es decir, muy grande, y los trabajadores son pocos. Jesús les dice: "Yo os envío como corderos en medio de lobos". Los discípulos deben ser conscientes de los peligros que corren. La ceguera ante los peligros que enfrenta el rebaño es signo de insensibilidad así como de poca inteligencia por parte del pastor. Y esto es importante, dada la tarea que se les ha confiado. Jesús les insta a no permanecer en sus lugares habituales ni a manejar sus hábitos habituales, aunque sean religiosos. La Iglesia, la comunidad cristiana -y por tanto cada discípulo- es por naturaleza misionera, es decir, enviada por el Señor a comunicar el Evangelio en todo el mundo, a preparar los corazones de los hombres para acoger a Jesús como salvador de sus vidas. El encuentro con Jesús es el don de la paz que los discípulos están llamados a llevar a cada hogar. El amor del Señor es fuerte y vence a los "lobos" de este mundo, como lo experimentó Francisco de Asís con el "lobo" de Gubbio. La fuerza de los discípulos de Jesús no reside en su equipamiento: no deben llevar consigo nada excepto, precisamente, el Evangelio y el amor del Señor. Con este equipaje, a la vez débil y fuerte, podrán recorrer los caminos del mundo, dando testimonio de "aquel que los envió".