Nada es imposible para los que creen.
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Jn 12,24-26) - En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «De cierto, de cierto os digo: si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, produce mucho fruto. El que ama su vida, la pierde y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la conservará. Si alguno quiere servirme, que me siga, y donde yo esté, allí también estará mi siervo. Si alguno me sirve, el Padre le honrará".

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

A Jesús se le acerca un hombre que le pide misericordia para su hijo. El sufrimiento se convierte a menudo en un grito de misericordia, porque es insoportable tanto para quien lo sufre como para quien tiene que estar cerca de sus seres queridos afectados por él. El joven no tiene control de sí mismo como muchos jóvenes que frecuentemente caen prisioneros de adicciones que los hacen incapaces de controlarse. Ese padre, no queriendo molestar al maestro, había llevado a su hijo donde los discípulos esperando que pudieran curarlo. Pero no lo habían logrado. Jesús se expresa ante todo con un fuerte lamento: «¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Cuánto tiempo estaré contigo? ¿Cuánto tiempo tendré que aguantarte? Estas palabras aparecen como una reprimenda a una generación que recurre a él para recibir curación, pero no acepta involucrarse en el plan de amor del Padre. Sin embargo, hace traer a ese chico inmediatamente. Basta una sola palabra – “Jesús lo amenazó” – y el diablo “salió de él”. Los discípulos, al ver el milagro, quedan avergonzados y asombrados. Y cuando se encuentran a solas con Jesús, le piden explicaciones de por qué no pudieron curar a ese niño. Jesús responde con gran claridad diciendo que es por su poca fe. No son las palabras ni las técnicas las que liberan a los hombres de los malos espíritus, sino el amor de Dios, la verdadera y única fuerza de los discípulos. Las palabras de Jesús revelan que los discípulos no habían tenido fe y habían buscado fuerzas en otra parte. A partir de ese fracaso, Jesús abre a sus discípulos un futuro de esperanza: "Nada os será imposible". Es el Señor quien sigue actuando en el mundo y en la historia también a través de sus discípulos.