El llamado de Natanael
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Jn 1,45-51) - En aquel tiempo, Felipe encontró a Natanael y le dijo: "Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los Profetas: Jesús, el hijo de José, de Nazaret". Natanael le dijo: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?». Felipe le respondió: "Ven y mira". Mientras tanto, Jesús, al ver a Natanael que venía a su encuentro, dijo de él: "He aquí verdaderamente un israelita en quien no hay mentira". Natanael le preguntó: "¿Cómo me conoces?" Jesús le respondió: "Antes que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera". Natanael le respondió: "¡Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel!". Jesús le respondió: «Porque te dije que te vi debajo de la higuera, ¿crees? ¡Verás cosas mayores que estas! Entonces le dijo: De cierto, de cierto te digo, verás el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y descendiendo sobre el Hijo del Hombre.

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

La Iglesia celebra hoy la fiesta del apóstol Bartolomé, cuyos restos se encuentran en Roma, en la iglesia dedicada a él en la isla Tiberina. En esta basílica, confiada al cuidado de la Comunidad de Sant'Egidio, se conserva la memoria del apóstol junto a la de muchos testigos de la fe que, en este tiempo y en todas partes del mundo, continúan dando su vida por el Evangelio. Allí se ha erigido un monumento que conserva numerosas reliquias de muchos nuevos mártires de los dos últimos siglos. Las reliquias de San Bartolomé atestiguan el vínculo de los nuevos mártires con la Iglesia apostólica. El apóstol Bartolomé - dice la tradición - llevó el Evangelio a Armenia, atravesando las tierras de Siria y del actual Irak, todavía hoy marcadas por el sufrimiento de muchos cristianos perseguidos por su fe. Entendemos mejor las palabras que Jesús dirigió a Bartolomé (a quien la tradición identifica con el Natanael de este primer capítulo de Juan): "¡Verás cosas mayores que éstas!". Siempre hay un amor mayor el que el Señor nos muestra y enseña, ofreciendo primero su propia vida. Y somos testigos de este amor. Es un testimonio que se comunica de corazón a corazón. Como entonces, cuando Felipe informa a Natanael que ha encontrado "aquel de quien escribieron Moisés, en la Ley y los Profetas: Jesús, el hijo de José, de Nazaret". Al responderle, Natanael pone de manifiesto un prejuicio bastante fuerte: "¿De Nazaret puede venir algo bueno?". Es el prejuicio contra todo lo que viene de fuera, que no habla de mí, que no pone mi "yo" en el centro de todo. Cuando Jesús ve acercarse a Natanael, exclama: "He aquí verdaderamente un israelita en quien no hay mentira". Natanael-Bartolomé se siente conmovido por estas palabras: se siente conocido y amado, y reconoce a Jesús como Señor de la vida y de la historia.