Misión de los Apóstoles
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Mt 10,1-7) - En aquel tiempo, habiendo llamado Jesús a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus impuros para ahuyentarlos y curar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce apóstoles son: primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el recaudador de impuestos; Santiago, hijo de Alfeo y Tadeo; Simón el cananeo y Judas Iscariote, el que luego lo traicionó. Estos son los Doce que Jesús envió, ordenándoles: «No vayáis entre los paganos ni entréis en las ciudades de los samaritanos; en cambio, volved a las ovejas descarriadas de la casa de Israel. Mientras vais, predicad, diciendo que el reino de los cielos está cerca".

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

De la compasión por las multitudes, cansadas y agotadas, surge el llamado de los Doce y la entrega de la misión evangélica. Sin este vínculo no entenderíamos el sentido de nuestra vocación y fácilmente terminaríamos reduciéndola a un papel, a un sacrificio. Jesús elige doce, tantas como las tribus de Israel, como diciendo que nadie debe quedar sin el anuncio del Evangelio. El evangelista informa los nombres de los doce Apóstoles. Hay griegos al lado de judíos; hombres del norte y otros del sur; simples pescadores junto con miembros del partido revolucionario de los zelotes (Simón el cananeo), seguidores del Bautista (Santiago y Juan) y publicanos (Mateo). Se trata de un grupo heterogéneo en el que el origen territorial y la militancia ideológica pasan a un segundo plano. Lo que importa es la adhesión a Jesús y la obediencia a su Palabra; estas dos dimensiones constituyen su nueva identidad. Ya no son reconocidos y señalados como el publicano, el fanático, el pescador, sino como los que están con el Nazareno. Cada uno, como ocurre con Simone, recibe un nuevo nombre, es decir, una nueva misión y un nuevo poder. Es un poder real, una fuerza real de cambio, que no proviene del dinero, de las bolsas, de las túnicas ni de las cosas de la tierra: es el poder del amor ilimitado que viene de arriba y del que Jesús es testigo primero. Esta primera misión evangélica es emblemática para cada generación cristiana: no hay otro camino para los discípulos de Jesús.