Evangelio (Lc 8,19-21) - En aquel tiempo, su madre y sus hermanos fueron a visitar a Jesús, pero no podían acercarse a él a causa de la multitud. Se le anunció: "Tu madre y tus hermanos están afuera y desean verte". Pero él respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica".
El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia
El evangelista Lucas sitúa este episodio inmediatamente después de la parábola del sembrador y de la lámpara que debe alumbrar. Y no lo hace por casualidad. De hecho, quiere subrayar la centralidad de la escucha de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia y de toda comunidad cristiana. La familia de Jesús está formada por quienes lo escuchan y tratan de poner en práctica su palabra. Podríamos decir que es una familia alternativa, no en el sentido de que se oponga a los vínculos de sangre, sino que sitúa a la de Jesús en el fundamento de todos los vínculos, lo que hace que todos los demás sean más firmes y fuertes. Lucas narra que los familiares de Jesús permanecen "afuera" frente a los que están "adentro" escuchando al maestro. Obviamente no se trata sólo de una notación espacial. Hay una brecha que divide a los que están afuera, es decir, que no escuchan, y a los que están adentro, que sí escuchan. Jesús, advertido de la presencia de sus familiares, responde que su verdadera familia está formada por aquellos que están dentro, a su alrededor, para escucharlo. Para ser parte de esta familia se requiere la escucha del Evangelio y el compromiso de ponerlo en práctica. María, la madre de Jesús, es el ejemplo para todos. Ella fue la primera en creer la Palabra de Dios que le comunicó el ángel, como recuerda Lucas: «He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra». Por tanto, no hay desprecio por los vínculos familiares. Al contrario, la presencia de María muestra que la fe -la que tuvo por su hijo- enriquece los vínculos familiares. Isabel, conociendo la fe de María, pronuncia sobre ella la primera bienaventuranza del Evangelio: "Bienaventurada la que creyó en el cumplimiento de lo que el Señor le había dicho".