Vino nuevo en odres nuevos
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Mc 2,18-22) - En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban. Se acercaron a Jesús y le dijeron: "¿Por qué ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, pero tus discípulos no ayunan?". Jesús les dijo: «¿Pueden ayunar los invitados a la boda cuando el novio está con ellos? Mientras tengan al novio con ellos, no pueden ayunar. Pero vendrán días en que el esposo les será quitado: entonces en aquel día ayunarán. »Nadie cose un trozo de tela cruda sobre un vestido viejo; de lo contrario, el nuevo parche le quita algo a la tela vieja y el desgarro empeora. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque de lo contrario el vino romperá los odres, y el vino y los odres se perderán. ¡Pero vino nuevo en odres nuevos!

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

El evangelista habla de los discípulos del Bautista y de los fariseos quienes, como siempre les ocurre a quienes se consideran justos, se sintieron autorizados a dirigirse a Jesús para preguntarle por qué sus discípulos no practicaban el ayuno que, aunque no era obligatorio, era considerado un signo. de particular elevación del espíritu. Su crítica, en verdad, se dirigió más al maestro que a los discípulos. Jesús, con lenguaje parabólico, responde que no son las prácticas externas las que hacen puro el corazón y clara la vida de los hombres. Quien recibe al Mesías, mensajero de Dios, es puro, como se recibe al novio, es decir, en ambiente festivo. Jesús, obviamente, quería dar a entender que él era el novio que había venido. Y cuando llega el novio, los amigos no pueden empezar a ayunar. De hecho, sería inapropiado para el novio que está esperando. Sueño con amigos de fiesta y participando en el banquete de bodas. Jesús, sin embargo, advierte que también vendrán momentos difíciles para los amigos del novio, especialmente cuando el novio les sea arrebatado. Y luego llegará el momento del ayuno. Desde ahora Jesús predice, aunque veladamente, su pasión y su muerte. Es entonces cuando llegarán los momentos de sufrimiento. En realidad esto es lo que sucedió: desde los inicios del cristianismo hasta nuestros días, innumerables creyentes, hombres y mujeres, han sufrido persecución por su fe y han resistido hasta el derramamiento de sangre. Jesús luego, con dos imágenes, aclara que el discípulo debe renovar toda su vida. El Evangelio es el vino nuevo que hace nuevos los corazones de quienes lo beben, es decir, festivos hasta el exceso. El corazón de quien está lleno de sí mismo es como un odre viejo, incapaz de acoger la novedad evangélica. Y el paño nuevo del que habla Jesús es el manto tejido con hilos de amor que nada tiene que ver con los trapos viejos y gastados del propio egocentrismo.