Jesús comió con los pecadores
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Mc 2,13-17) - En aquel tiempo, Jesús volvió a salir junto al mar; toda la multitud vino a él y él les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el hijo de Alfeo, sentado en el mostrador de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba a la mesa en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a la mesa junto con Jesús y sus discípulos; de hecho fueron muchos los que lo siguieron. Entonces los escribas de la secta de los fariseos, viéndole comer con pecadores y publicanos, dijeron a sus discípulos: "¿Por qué come y bebe en compañía de publicanos y pecadores?" Al oír esto, Jesús les dijo: «No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos; No he venido a llamar a justos, sino a pecadores".

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

Jesús continúa caminando a la orilla del Mar de Galilea. Es el lugar de encuentro. Mientras camina ve a Leví, un tabernero, sentado en el mostrador recaudando impuestos en nombre de los ocupantes romanos. En cuanto Jesús lo ve, lo llama. Y a él también le impacta esa llamada. Levi se levanta, deja todo y empieza a seguirlo. Esa pequeña familia también sigue creciendo en número. Al maestro no le interesa el origen ni la condición de quienes llaman a seguirlo. De hecho, para formar parte de la comunidad de discípulos no hay exclusión alguna; no importa cómo seamos, qué historia o qué carácter tengamos. Leví incluso es considerado un pecador público, una persona corrupta debido a su oficio de recaudador de impuestos. Para ser parte de la comunidad de discípulos lo que importa es escuchar la palabra del Señor y ponerla en práctica. A Mateo-Leví, como a los primeros cuatro discípulos, les bastaba escuchar a uno solo: "¡Sígueme!". El evangelista continúa describiendo el almuerzo que Leví organiza en honor de Jesús y los discípulos. Sin embargo, invita a sus amigos, que también son recaudadores de impuestos como él y, por tanto, pecadores. Para la opinión pública de la época, compartir mesa también significaba compartir impureza. Aquí comienza la fuerte acusación contra Jesús, pero inmediatamente aparece la dureza de una mentalidad legalista y carente de misericordia. El concepto de Jesús es muy diferente: "No he venido a llamar a justos, sino a pecadores". La condición, también para nosotros, para ser salvos es no sentirnos bien sino necesitados de la ayuda del Señor.