Evangelio (Mt 10,17-22) - En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «Cuidado con los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y seréis llevados ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio a ellos y a los paganos. Pero cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué diréis, porque en aquella hora se os dará lo que debéis decir: en verdad no sois vosotros los que habláis, sino que es el Espíritu de vuestro Padre el que habla en ti. El hermano matará al hermano y el padre matará al hijo, y los hijos se levantarán y acusarán a sus padres y los matarán. Serás odiado por todos por mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, será salvo."
El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia
El día después de Navidad la liturgia conmemora el martirio de san Esteban, el primer mártir. La Iglesia considera su martirio como primicia del amor del Padre que envió a su Hijo a la tierra para salvarnos. La memoria de los mártires nos ayuda a reflexionar sobre los frutos de la encarnación del Hijo de Dios: llevar a los hombres al cielo del amor y hacer renacer a todos en el cielo de Dios, que es un cielo de paz y de fraternidad. El evangelio de este día nos recuerda la afirmación de Jesús a los Doce: "Os envío como ovejas en medio de lobos". Los discípulos, al oír estas palabras del maestro, se preocuparon. Pero Jesús los tranquilizó diciéndoles que estaría con ellos por los siglos de los siglos. Esteban fue el primero de los testigos, el primero en dar su vida por el Evangelio, a imitación del maestro. Esteban, condiscípulo de Pablo en la escuela de Gamaliel, se había unido a la predicación de los Apóstoles y luego fue elegido entre los siete diáconos para el servicio de la caridad, especialmente hacia las viudas. Los Hechos de los Apóstoles narran que él estaba "lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo". No pudo silenciar el Evangelio que había recibido y que primero cambió su vida. No se rindió cuando la oposición y la violencia cayeron sobre él. Fortalecido por su fe, Esteban continuó dando testimonio del Evangelio, hasta derramar su sangre. Siguiendo el ejemplo de Jesús, mientras era apedreado, pidió a Dios que acogiera su espíritu y perdonara a sus perseguidores. Convertido en el primer mártir de la historia cristiana, Esteban encabeza la procesión de todos aquellos que, en todo lugar y en todo tiempo, han testimoniado y siguen dando testimonio del Evangelio hasta el sacrificio extremo de su vida. Todos ellos contemplaban "los cielos abiertos y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios". Están hoy en el cielo y ven a Dios "cara a cara" y nos confirman que sin "heroísmo" no es posible ser discípulos de Jesús.