El óbolo de la viuda
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Lc 21,1-4) - En ese momento, Jesús levantó la vista y vio a los ricos arrojando sus ofrendas en el tesoro del templo. Vio también a una viuda pobre, que estaba echando dos denarios, y dijo: «En verdad os digo que esta viuda, tan pobre, ha echado más que nadie. De hecho, todos tiraron parte de lo que les sobraba como ofrenda. En cambio, en su miseria, desperdició todo lo que tenía para vivir".

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

Jesús, que todavía está en el templo, acaba de advertir a sus oyentes contra el comportamiento de los escribas que alaban las oraciones pero oprimen a las viudas. Mientras habla observa entre los ricos que hacen su gran ofrenda para ser admirada, incluso a una viuda pobre que arroja dos pequeñas monedas al tesoro. Esa mujer le dio todo a Dios, no se quedó con nada. Su gesto, en realidad, no nació de un cálculo sino sólo del amor a su Dios. En verdad esa viuda ama a Dios con toda su alma, con todas sus fuerzas, con toda ella misma, hasta el punto de dar todo lo que tiene para vivir. . Y el amor hizo inmortal ese gesto, como hace inmortal cada palabra y cada buena acción hecha hacia los débiles y los pobres. Lo que a los hombres les parece insignificante es hecho eterno por Dios, cabe señalar que las limosnas que se arrojaban en las cestas del templo servían para la organización del culto, para el mantenimiento de los sacerdotes y para ayudar a los pobres. Por tanto, aquella viuda pobre se sentía responsable tanto del culto como de los pobres. Es importante señalar este punto para evitar una concepción falsa que divida a quienes dan de quienes reciben. La viuda pobre se siente responsable de ayudar también a quienes quizás sean más pobres que ella. Podríamos decir que también los pobres deben ser educados, como todos nosotros, para ayudar a quienes son más pobres que ellos. Y se podría decir: nadie es tan pobre que no pueda ayudar a otro que es más pobre que él. Por tanto, existe una circularidad en la ayuda mutua entre quienes tienen más y quienes tienen menos. El amor no nos divide en categorías, al contrario, nos une en una solidaridad circular en la que ya no entendemos quién ayuda y quién recibe. Jesús, poniendo a esta viuda pobre como ejemplo para todos, afirma que los pobres nos evangelizan. Sí, nos hacen comprender a quienes nos consideramos sanos nuestra debilidad, nuestra pequeñez y, sobre todo, lo que somos ante Dios: pobres mendigos de amor. Gregorio Magno, y con él toda la tradición de la Iglesia, nos recuerda que los pobres a quienes hemos ayudado son nuestros más poderosos intercesores ante Dios.