Marta, María y Lázaro
M Mons. Vincenzo Paglia
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Evangelio (Lc 10,38-42) - En aquel tiempo, mientras viajaban, Jesús entró en un pueblo y una mujer llamada Marta lo recibió. Tenía una hermana, llamada María, que sentada a los pies del Señor escuchaba su palabra. Marta, en cambio, estaba distraída por los numerosos servicios. Luego se adelantó y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola para servir? Así que dile que me ayude". Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te preocupas y te preocupas por muchas cosas, pero sólo hace falta una. María ha elegido la mejor parte, que no le será arrebatada."

El comentario al Evangelio de monseñor Vincenzo Paglia

Hoy la Iglesia recuerda a Marta, María y su hermano Lázaro. Se trata de una familia de amigos de Jesús cuyos nombres aparecen varias veces en los evangelios. Podríamos decir que acoger a Jesús en su casa los convierte en modelo también para nosotros. El Evangelio de Juan, en particular, muestra a esta familia en un momento dramático: Lázaro, que estaba gravemente enfermo, ha muerto y Jesús con sus discípulos va hacia ellos. Marta es la mujer que acoge y va al encuentro de Jesús, mientras María permanece sentada en casa. «¡Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto!», dice Marta; El suyo parece un reproche, pero ya es un testimonio de fe, porque sabe que la presencia de Jesús es portadora de vida. Estas palabras de la hermana de Lázaro nos ponen al lado de la espera de muchos enfermos, de muchos ancianos y de muchos otros que se encuentran abandonados y abandonados sin ningún cuidado. La oración de Marta nos recuerda que, en realidad, Jesús nunca está lejos de la vida de quienes sufren. Él, como su amigo Lázaro, se acerca a los enfermos y nos llama a seguirlo. Cada discípulo debe cultivar en su corazón sentimientos humanos que ayuden a construir una sociedad solidaria, fraterna y por tanto humana. Esto requiere conversión del corazón, es decir, tener los mismos sentimientos que Jesús tuvo por Lázaro. Jesús quedó conmovido por la muerte de su amigo, hasta el punto de llorar, y fue conducido a la tumba de su amigo. A Marta le dice: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá. ¿Cree usted esto? Es la pregunta que Jesús hace a todos para hacer brillar una luz de esperanza. Y Marta: «Sí, Señor, creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que viene al mundo». Hagamos nuestra la profesión de fe de Marta.